A la compañía “Papermoon Puppet Theatre” tuvimos el placer de conocerla en ocasión de nuestra gira mundial de un año, cuando estuvimos de visita en Indonesia en enero del 2018 gracias a nuestra participación en el “Bersua Proyect” que organiza la compañía, y que en castellano significa Proyecto Encuentro. Mientras estábamos gestionando los Festivales Internacionales y programaciones de los que iríamos a participar, buceando en páginas de festivales por la web, dimos con el nombre de “Papermoon Puppet Theatre” como organizadores de un Festival internacional de Títeres en la isla de Java de Indonesia “Pesta Boneca.” Les escribimos pero la fecha de realización era en un momento en el que no nos encontraríamos cerca. Sin embargo, las fechas que teníamos disponibles coincidían con otro proyecto de la compañía llamado “Bersua Proyect”, que significa proyecto encuentro. En esta programación invitan a una compañía durante el mes de enero a la realización de funciones y talleres en distintos lugares de Yogyakarta, Java, la ciudad de la que es oriunda la compañía.
En esa ocasión en particular, tuvimos la fortuna de que la programación se extendiera hasta la Isla de Bali coincidiendo con una gira que realizaba la propia compañía a la isla vecina, por lo que tuvimos la posibilidad (inédita!) de actuar en Bali, para público familiar y pacientes esquizofrénicos de un Hospital de día, así como dictar talleres, tanto en Establecimientos Educativos dirigidos a la población escolar, como en un Café Cultural dirigido a jóvenes y adultxs.
Cuando arribamos en tren a Yogyakarta, ciudad de residencia de la compañía, situada a unos 400 kilómetros de Yakarta, la capital del país, a la que habíamos llegado en avión el día anterior, nos fue a recibir Beni Sanjaya, uno de los integrantes de la compañía, quien nos acompañaría en muchas de nuestras actividades en el país y quién conquistaría poco a poco nuestros corazones con su atención permanente, generosidad y sencillez. La compañía posee un hermoso estudio y taller situado en una aldea rural de Yogyakarta, llamada Bantul. Por ello, cuando nos ofrecieron las posibilidades de alojamiento nos preguntaron si quisiéramos estar en la ciudad o sí quisiéramos estar en el campo, cercano a su estudio, adonde se llevarían a cabo algunas de nuestras actividades, como la realización de dos talleres y algunas funciones. Naturalmente nuestros espíritus aventureros nos inclinaron ante esta segunda opción. Una vez allí comprendimos lo que realmente implicaba estar en la aldea, y no nos arrepentimos en lo absoluto. Los vendedores de los pequeños comercios de la aldea no hablan ni una palabra de inglés. Para realizar la primera compra para el primer desayuno, Enrique tuvo que poner en escena la performance de una gallina que aleteando y haciendo fuerza lograba poner unos huevos. La señora comprendió cabalmente qué necesitábamos, no sin deslizar unas tímidas sonrisas y hacia el final una pequeña carcajada.
La programación de ese año, consistió en aproximadamente 15 o 20 días en los que alternábamos funciones y talleres en su estudio, en Colegios y Espacios Culturales de Yogyakarta y Bali y en un Centro de internación psiquiátrica, con paseos y recorridos por el medio rural y urbano. Las actividades no se realizaban día tras día sino que en el medio teníamos la posibilidad de recorrer, ir a yacimientos arqueológicos hinduístas, Museos, Templos budistas, asistir a diario al Kraton, el Palacio del Rey, adonde se desarrollan presentaciones de distintas expresiones tradicionales, como el teatro de sombras Wayang Kulit, y el Teatro de títeres corpóreos de madera Wayang Golek. Allí también asistimos al concierto de la orquesta de música gamelán, que también tuvimos la fortuna de ver ensayando en un ámbito tradicional, en la aldea, antes de una función que realizamos en el estudio de la compañía.
En los momentos de preparación de nuestras actividades, antes y después de las funciones y los talleres, tuvimos no sólo la posibilidad de conversar e intercambiar experiencias sobre el desarrollo profesional y el camino de cada compañía, sino de compartir un poco la cotidianidad de la vida en el estudio. Sentarnos a comer su comida preferida de todos los días, que iría Pombriyo (Pamboo) o Beni a comprar y buscar en bicicleta, era el pasaje a uno de los mejores platos vegetarianos de Yogyakarta. Luego, Anton haría un exquisito café que disfrutábamos charlando y muchas veces entreviendo la lluvia afuera. Eran en general, días lluviosos y nublados. En esos momentos de compartir en el estudio, tuvimos también la posibilidad de observar y encontrarnos cara a cara con la particular estética de la compañía que nace de la genialidad de Ewan Effendi y que irradia cada uno de los títeres que pudimos ver exhibidos en aquel taller. Tuvimos la posibilildad también de ver las ocupaciones concretas de la compañía. Por ejemplo, estaban produciendo merchandaising para ofrecer en sus próximas actuaciones en Bali, luego de la función. Estos productos artesanales, consistían en piezas únicas hechas en madera replicando personajes de la compañía. Anton estaba abocado a esa tarea, así como al mejoramiento de una estructura de parte de la escenografía de la obra que llevarían de gira a Bali. Asimismo, en esos días, tenían que dejar limpio y ordenado todo el espacio en el estudio porque vendría una colegio al que le darían una suerte de conferencia magistral sobre el teatro de títeres. En esas jornadas, recibían a un grupo de un colegio al que guiaban primero a una visita en el estudio, luego realizaban una función corta y después un taller y un foro.
Nos contaban que recién hacía unos pocos años el Gobierno estaba implementando políticas culturales que comenzaron a favorecer al Teatro de Títeres contemporáneo, ya que antes habían estado direccionados únicamente a atender al Teatro de Títeres tradicional, como el Wayang Kulit y el Wayang Golek que cuenta con elencos muy numerosos, ya que incluye no sólo al Dalang, quien es la persona que anima a los títeres, y sus asistentes en el caso del Teatro de sombras, sino también a la orquesta de Gamelán que musicaliza los espectáculos. Entonces, nos contaron que en ese contexto se habían visto obligados a desarrollar toda una serie de estrategias para poder llevar adelante su actividad profesional y el sostenimiento del estudio.
En nuestra estadía en Bali, tuvimos ocasión de ver el espectáculo “The white world with Siwa and Mailini” de la compañía en galería artística “Cush Cush Gallery” en la ciudad de Denpasar. Allí vimos cómo inocentemente entraban a la escena, con rostros y energías puras, animando unos muñecos de piso con caras de lunas, que son los favoritos de Ewan, que manipulan de acuerdo a una técnica tradicional japonesa llamada ningyo. En esta técnica, el/la intérprete se sienta sobre un banquito de muy baja estatura el cual cuenta con ruedas en sus cuatro patas, pudiendo quedar muy cómodo apoyando los dos pies, e introduce la parte delantera del pie, los dedos y un poquito más, en los zapatos del muñeco. Con los pies apoyados y deslizándose sobre el piso, va dando pequeños pasos que hacen avanzar al muñeco por el escenario de una manera muy realista y sin ningún tipo de limitación, ya que los intérpretes se encuentran permanentemente en escena pero ocultos detrás de los muñecos.
En la obra que vimos el conflicto consistía en que uno de los personajes, Siwa, quería que en el mundo sólo hubiera blanco, como le habían enseñado. Sin embargo otro de los personajes descubre que en el color y en la diversidad se encuentran motivos de alegría. Al descubrir la riqueza de los colores no dudan en cambiar y aceptar esos colores produciendo una inundación de tonos en la escena que rápidamente se refleja en los rostros la alegría y los movimientos de cada uno de los personajes.
La obra transcurrió sin recurrir al lenguaje hablado que es una de las características del trabajo artístico de la compañía, que se propone exprimir al máximo el lenguaje del movimiento y la acción, terreno natural del teatro de títeres. Debido a que nos encontramos frente a un teatro de imágenes audiovisuales, lo que intentamos los artistas titiriteros y titiriteras es generar imágenes poéticas de la realidad. Este punto la compañía parece tenerlo muy claro y por eso trabajan arduamente en un nuevo lenguaje contemporáneo de teatro de títeres, en un país como Indonesia en el que se encuentran vivas diversas expresiones tradicionales del teatro de títeres, tanto de sombras como corpóreos y de máscaras.
Luego de la función que realizaron en Cush Cush Gallery, Bali con Ría, su hijo con Ewan Effendi: Lunang, Beni, Pamboo y Anton.
Iwan Effendi, es el que le imprime la estética a los muñecos que son animados por los integrantes de la compañía. Podríamos decir que la estética de los personajes suele ser larvaria, dejando la libertad de interpretación de los caracteres faciales al espectador y no realizando gestos cerrados y unívocos sino abiertos al juego interpretativo y escénico. La Compañía se caracteriza por realizar montajes performáticos, en los que los actores-manipuladores se encuentran presentes, asumiendo un rol liminal, entre titiriteres, actores y demiurgos. El énfasis del trabajo interpretativo y escénico está puesto en la imagen y el movimiento. Por esta misma razón sus obras no usan el lenguaje hablado. Y están abiertos a ser recibidos en cualquier parte del mundo!