
Con Cengiz Ozek tuvimos la fortuna de conocernos en el “WORLD PUPPET CARNIVAL” llevado a cabo en la ciudad de Astana, en Kazajistán, en septiembre del 2017. La participación en ese festival sería el puntapié inicial de nuestra gira mundial. Cengiz Osek, a quien conocíamos de oído como un maestro del teatro de sombras turco, era una de las otras 35 compañías provenientes de 27 países que estábamos participando de este gran evento. En el marco de la inauguración del Festival, que era una suerte de conferencia de prensa, nos encontrábamos una persona representante por cada compañía sentados en una mesa adornada con banderines de cada uno de los países y botellitas de agua. Me tocó sentarme junto a Cengiz. Así que desde temprano pudimos intercambiar miradas, risas cómplices, mientras participábamos de esta ceremonia protocolar en la que cada representante tenía que firmar un ejemplar que quedaría en manos de cada una de las compañías participantes. Allí figuraba el nombre de la persona, la banderita de su país y la firma. A partir de allí comprendimos que Cengiz tenía un muy buen humor y era una persona absolutamente accesible. Pronto veríamos actuar a los legendarios Karagoz y Hadcivat, figuras fundamentales del Karagoz, como es conocido el teatro de sombras turco, de sus enérgicas y precisas manos y voz. Nos sentíamos muy honrados de estar cerca de una persona tan importante para el teatro de títeres, ya que es uno de los representantes vivos de esta antigua tradición de la que poco a poco comenzamos a empaparnos cuando tuvimos la posibilidad de ver su fantástica función.

Luego, cuando tuvimos la suerte de estar en Turquía y en la maravillosa ciudad de Istanbul, gracias a nuestra participación en el Festival internacional “Izmir Puppets Days” no podíamos sino ir a visitar a Cengiz en su propio estudio. Esa ciudad tiene la condición magnífica de unir dos continentes, y de contar con una arquitectura sagrada que se descubre mágica cuando se ingresa por mar, y poco a poco van emergiendo de la niebla marina las torres de los minaretes de las Mezquitas que jalonan las onduladas lomas. Tanto el estudio de Cengiz, como nuestro Hotel, estaban situados en Europa.
A nuestra vuelta del Festival de Izmir nos tocaría vivir en Asia y cruzar de un continente a otro en un barco, que una vez fue surcado de delfines. Cuando visitamos a Cengiz no tuvimos que tomar barco. Fue cuestión de una larga caminata. Como nos gusta mucho visitar ciudades y lugares nuevos, salimos con un buen tiempo de anticipación para recorrer el vecino barrio. Antes nos tomamos un café mirando el estrecho del Bósforo, el famoso café turco, del que ya sabíamos un poco porque se parece al modo en el que se toma el café campesino en Colombia, adonde habíamos estado viviendo y adonde nos volvimos grandes gustadores de café.

Como habíamos salido con gran anticipación, nos encontrábamos en la puerta de su casa exactamente a la hora que nos había citado, con un poquito de vergüenza de ser tan puntuales. Tocamos. Recuerdo que en la dirección que nos dio Cengiz, además de estar la puerta con el portero, había un local al frente con vidrio que pareciera que lo alquilan a diferentes negocios y en cuyo interior se podía ver un cartel con los títeres de sombra. Especulaba si allí daría funciones. Mientras esperábamos, nos costaba contener la excitación de estar a punto de entrar al taller de uno de los grandes titiriteros de sombras actuales, que mantiene viva una maravillosa tradición y lo hace con vivacidad y picardía admirables, dignas de cualquier espectáculo de títeres. Luego de un rato de esperar abajo del edificio, se asoma Cengiz, pero no estaba sólo, estaba con su asistente, que nos acompañaría en toda la reunión y terminaría haciéndonos el gigante favor de ser el traductor oficial de nuestra obra al turco, ya que habla un excelente inglés. Su presencia nos facilitó e hizo fluir muchísimo la comunicación en ese encuentro. Subimos por una estrecha escalera hasta el tercer piso, adonde queda su magnífico estudio. Entre los adornos traídos de India y de remotas islas de Indonesia, y los títeres de sombras que tiene en exhibición, las paredes se volvían muy atractivas, tanto que costaba dejar de mirarlas. El mobiliario y los sillones también eran obras de arte. Habían sido traídos en barco desde la India y eran dignos de un coleccionista.

Además, desde ese estudio encantador, une se asoma a la ventana desde donde se puede vislumbrar una parte de esta maravillosa ciudad, y ver las cúpulas de las mezquitas y los diferentes edificios que adornan la bahía. Mirando por la ventana tomamos café. Este café fue bien especial, porque Cengiz nos contó cómo teníamos que tomarlo para dejar debajo la borra, en un método parecido al colombiano pero diferente. Aquí el café se coloca en cada pocillo y luego se coloca el agua y hay que tomarlo rápidamente mientras los granos del café descienden hasta el fondo de la taza. Mientras tomamos café, conversamos sobre algunos aspectos de la profesión. Entre otras cosas nos contó que hacía algunos años había empezado a organizar un Festival internacional de Títeres en Istanbul, llamado KuklaIstanbul, que traía espectáculos curados por él mismo, compuesto únicamente por espectáculos que él había visto en vivo y le habían gustado y/o parecido adecuados para la audiencia local. Nos mostró el cuadernillo con la programación de la edición del año anterior.

También hablamos de los viajes y las giras, que son monedas tan corrientes en nuestra profesión. Por el modo en el que habló de varios viajes que realizó a la India, a distintos lugares de Europa y Asia, nos pudimos dar cuenta que compartimos esa pasión de descubrir nuevos mundos al poder movernos y transitar diferentes realidades en nuestras giras, como una posibilidad maravillosa de habitar mundos que nos brinda esta profesión. A la vez, también conversamos sobre la necesidad de viajar y poder salir del propio país y de la propia ciudad de residencia para poder vivir dignamente de la profesión. Esta caracterización la compartimos con Cengiz. Él afirmó en varias ocasiones en la conversación, que para poder mantenerse económicamente tenía que actuar fuera de Istanbul y fuera de Turquía. Ese mismo funcionamiento de la profesión, en los casos de quienes estrictamente actúan para generar sus ingresos, y que manifiestan una necesidad de salir actuar fuera del propio país, lo hemos observado con frecuencia en América latina. Cengiz es un aventurero, un viajero que quiere comprarse las ropas y alhajas locales, y comunicarse con la gente de los distintos lugares. Nos comentó que tiene muchas ganas de viajar a América latina, y por aquí tenemos muchas ganas de que venga de la mano de las aventuras de Karagoz y Hadcivat. Pronto, quien dice que podemos llevar ese plan a cabo en conjunto!!