Enrique Crohare y Laura Mac Laughlin de la Compañía “Arriba las Hu! Manos” en la puerta del Teatro Tempo, diciembre de 2009

En el marco de nuestra primera gran gira latinoamericana, en la que recorrimos 9 países, tuvimos la fortuna de finalizar nuestro peregrinaje iniciático, en la Meca de las travesías latinoamericanas titinerantes: El Teatro TEMPO. (Teatro Estable de Muñecos del Estado Portuguesa). Allí arribamos primero en junio y luego en noviembre del 2011, para encontrarnos cara cara con el Maestro Eduardo Di Mauro, su sabiduría y su proyecto en marcha, luego de casi dos años y medio de caminos titinerantes. Titiriterxs, payasxs y teatrerxs del camino nos habían dado testimonio, de que las puertas del Teatro estaban abiertas a lxs artistas, que había habitaciones para alojar a 20 personas, una Biblioteca especializada en Teatro de Títeres, un Taller y una Sala de Teatro!! 

El Teatro era dirigido por el gran titiritero argentino Eduardo Di Mauro, que junto a su hermano mellizo Héctor y la compañía “La Pareja”, tanto contribuyeron juntos y por separado al proceso de profesionalización del Teatro de Títeres en Argentina y en Latinoamérica. Fundaron Escuelas de Teatro de Títeres, Formaron y dirigieron elencos estables e independientes, integraron asociaciones de titiiterxs y actores en búsqueda de mejores condiciones profesionales, que dieron origen, entre otras cosas, a la Ley Nacional del Teatro en Argentina. Crearon circuitos de giras, escribieron obras y monólogos de Teatro para Títeres y brindaron talleres, siguiendo los pasos de Javier Villafañe y otrxs. 

Afiche de la compañía “La Pareja” de una función para audiencia adulta en las paredes del Teatro TEMPO

Un almuerzo en el acogedor patio del “Guiño del Guiñol”, en Bogotá, fue clave para que nuestro camino titinerante se desviara repentinamente hacia los llanos orientales venezolanos, cuna del Joropo y del cuatro.  Además del anfitrión Camilo Cuervo, se encontraban aquel mediodía, nuestro cófrade, hermano y artista de otros mundos, el ya partido titiritero, dramaturgo y artista plástico Camilo de la Espriella de “Hilos Compañía”, el titiritero argentino Manu Mansilla de la Compañía “Manu Mansilla y su Teatro Anticostumbrista” y las titiriteras colombianas Adriana Arias y Carolina…de la Compañía “Manana Animarraku”. Sobre los humeantes platos del delicioso ajiaco, un plato típico bogotano -especialidad del anfitrión-, flotaban los apasionados discursos titiriterxs que se referían una y otra vez al TEMPO. Sobre la necesidad de visitarlo, de conocer la maravilla que Eduardo y su equipo habían construido, y toda la actividad que allí se realizaba, con la agravante de que Eduardo estaba grande y había sufrido un acv (accidente cardiovascular) unos pocos años atrás, que había limitado su desempeño como titiritero y Director. Fue Manu Mansilla quien nos puso en contacto con Rubén Di Mauro, hermano menor de los mellizos, que se encontraba en aquel momento colaborando en varias tareas en el TEMPO, y en conversación con él, pudimos organizar nuestra presentación en la Sala Estable Javier Villafañe del Teatro TEMPO, en junio de 2011 en el marco de un ciclo llamado: “Tardecitas de Teatro”.

En esa primera estadía en el TEMPO, habremos estado un poco más de una semana. Realizamos nuestra función de la obra “Un botón en mi cabeza”, en la Sala el sábado en la tarde y dimos otra función en una Escuela de la ciudad durante la semana, ya que teníamos que volver pronto a Festivales y programaciones en Colombia. Con Eduardo fue una relación de amor a primera vista, por decirlo de alguna manera. Él nos recibió feliz cuando Maritza Peña, su compañera y titiritera del elenco, actual directora del Teatro, nos presentó en su oficina. Enseguida se puso a mostrarnos y a leernos un ensayo en el que venía trabajando “Problemas en el Teatro de Títeres latinoamericano”, como si siempre hubiéramos estado ahí frente a su extenso y llamativo escritorio, lleno de fotos. En la puerta de su oficina había, y debe seguir estando allí, un cartel que dice “Eduardo Di Mauro. Titiritero”. Cada vez que íbamos a buscarlo a su Oficina, a ver videos, a conversar, a que nos muestre carpetas y registros, pensábamos en cuánta sencillez y en cuánto honor hay en reconocerse nada más ni nada menos que como un titiritero. El cartel también podría haber llevado escrito “Director”, pero entonces seguramente el TEMPO no hubiera sido el TEMPO que conocimos, ni Eduardo el maestro que fuimos a encontrar.

Nosotrxs, Laura y Enrique, con nuestrxs títeres de ese momento, Juana, Clott y el Abuelo, en la Biblioteca del TEMPO

Estábamos realmente deslumbradxs por las instalaciones del Teatro y por la mística que se respiraba en cada rincón. No sólo había 4 habitaciones para alojar artistas y titiriteres, sino una cocina y un amplísimo comedor, una Biblioteca especializada en Teatro de Títeres, un gran taller con múltiples herramientas para realizar teatrinos, escenografías y títeres, un taller de costura con máquinas de coser, una enorme bodega con todas las obras de la compañía cuidadosamente guardadas en maletas, oficinas y una Sala de Teatro con capacidad de 120 personas.

Eduardo Di Mauro, el Tempo todo, los infinitos afiches de compañías y Festivales de todo el mundo que empapelan las paredes de la recepción, de los pasillos, de cada habitación, de la Biblioteca y de las Oficinas de abajo y la de Eduardo, como un documento visual al acecho y accesible, una arqueología de papel, ha sido una profunda inspiración para la realización de estas Titirigrafías, ya que nos mostró en pósters y afiches a estéticas titiriteras del mundo entero, que luego iríamos a conocer cara a cara, cruzando océanos con nuestras maletas titiriteras a bordo, como lo hicieran los mellizos junto al titiritero Toto Villaroel en su gira de 1959-60 a bordo de un barco transoceánico para realizar una gira por Europa y los países soviéticos. 57 años después, nostrxs seguiríamos sus pasos, visitando Europa y Europa del Este, pero lo haríamos en avión. Visitaríamos y hasta actuaríamos en algunos Teatros Estables de Rusia y Ucrania, como los que inspiraron la creación del Teatro TEMPO.

Luego de la función que realizamos de “Un botón en mi cabeza” en la Sala Javier Villafañe del Teatro Tempo, con Eduardo y espectadores

Aquella primera vez, después de ver nuestra función estaba excitado, inquieto, nos quiso decir y mostrar muchas cosas. Nos llevó a paso veloz subiendo las escaleras a su oficina, y lo primero que dijo fue que teníamos que bajar el ritmo de actuación, como que debíamos ir más lento. Hacía un gesto con la mano abierta moviéndose lentamente hacia adelante y hacia atrás, mientras con la otra sostenía su mano en forma de títere en alto. Después nos dijo que debíamos masticar las palabras. A continuación agarró a un títere, el famoso presentador y con cara de niño le pidió a Maritza que pusiera música y se puso a bailar y a indicarnos algunas cuestiones del movimiento de la cabeza y la cadera del títere y la aceleración de los ritmos en los cambios de estados de los personajes. Maritza nos dijo ese día que hacía mucho tiempo no agarraba un títere y no podía creer lo que veía.

Algunas de sus observaciones las entendimos en ese momento. Hoy, reviendo el material audiovisual, terminamos de comprender que también nos estaba invitando a quedarnos 4 o 5 meses en el TEMPO, a entrenarnos bajo su ojo agudo. Nuestro plan era volver al siguiente año, pero lamentablemente hasta la fecha no hemos podido regresar. Sí pudimos invitar al TEMPO a la realización de la cuarta edición de nuestro Festival Internacional “Titinerantes del Desierto de Atacama” en el año 2017, en el norte de Chile y reencontrarnos con la cálida presencia de Maritza y de Mary allí. A Eduardo no volvimos a verlo desde aquellos felices y maravillosos días en Guanare, pero permanece siempre vivo en nuestra memoria.

Mary García y Maritza Peña del Teatro TEMPO, luego de una función en Michilla, una caleta de pescadores en nuestro “4° Festival Titinerantes…”

Mirando fotos en el escritorio de Eduardo, en su Oficina, en nuestra primera visita a TEMPO en junio de 2011. Se encontraba presente también la Compañía de Circo “Madrágora”, a quienes puede verse en la foto.

Esa primera visita que realizamos al TEMPO en junio de 2011, que era un desvío, andar y desandar en una semana y media una enorme cantidad de kms, implicó que luego fuéramos invitadxs en noviembre y diciembre a la Bienal Itinerante que organiza el TEMPO, un magno evento con numerosas compañías y a ser parte de múltiples Festivales y programaciones en el país, tres de los cuales se celebrarían en Guanare (lo que implicaba tiempo con Eduardo) durante un período de poco más de un mes en el que realizaríamos 26 funciones, en una gira que nos haría conocer las maravillas de la tierra venezolana, así como estrechar lazos con muchx colegas venezolanxs y latinoamericanxs.    

Tres años antes de nuestra llegada a TEMPO, luego de la muerte de su hermano mellizo Héctor en el año 2008, con quien compartieron la profesión, Eduardo tuvo un accidente que afectó su muñeca, lo que lo hizo dejar de actuar con títeres y más tarde sufrió un acv, que le impedía comunicarse corrientemente, pero no imposibilitaba que pudiera seguir transmitiendo con pasión ardiente su forma de vivir la profesión y de actuar en el mundo. Era como si viniera hablando de algo y de repente se le perdieran las palabras en un mar de letras, y tenía que volver a encontrarlas, y a veces no podía y eso lo frustraba enormemente.

En la Oficina de Eduardo, con Valery Pellegrin y Omar Galbiati de “Tin Marín”, Maritza Peña, Eduardo del TEMPO, y nosotrxs, Laura y Enrique de “Arriba las Hu! Manos”

En muchas de nuestras conversaciones estaban presentes integrantes de las compañías participantes de la Bienal que facilitaban la comunicación, como Luis Olguín, de la compañía “El Gorrión”, otro titiritero ilustre con quien ya habíamos estrechado amistad desde Costa Rica y para siempre, que también partió de gira eterna, y lo conocía de toda una vida. Él siempre encontraba la palabra que se le iba, eso que Eduardo sabía perfectamente, pero que no podía expresar. O también Maritza hallaba esa pista para continuar el relato, que nos conducía a esa historia que Eduardo quería contar. Valéry Pellegrin y Omar Galbiati de la compañía “Tin Marín”, queridxs amigxs desde entonces, eran compañeros frecuentes de las charlas en la oficina y como conocedores de muchas experiencias en la vida de Eduardo, podían colaborar cuando era necesario.

En esa segunda estadía tendríamos la posibilidad de ver al TEMPO en plena acción, siendo el escenario del encuentro de compañías de Argentina, Colombia, Cuba, y de distintas partes de Venezuela, que nos alojábamos allí,  se realizaban funciones tanto en la Sala del Teatro, para público familiar y adulto, como en otros Centros Culturales de la Ciudad y Escuelas y Centros vecinales de las zonas rurales y urbanas de Guanare y de otras localidades del Estado Portuguesa. Veríamos las instalaciones rebosantes de titiriterxs que nos encontrábamos en plena actividad, levantándonos a desayunar, yendo y viniendo con teatrinos y maletas a las funciones, almorzando, cenando, visitando a Eduardo en su oficina, viendo las funciones de la Sala y teniendo algunas reuniones de titiriterxs allí.

También en esos días fuimos a degustar las deliciosas empanadas que preparó Maritza en su casa y de Eduardo. En las noches del festival, luego de las cenas en el inmenso y acogedor comedor del TEMPO se armaban guitarreadas al ritmo de las distintas compañías del Festival, aunque la Compañía cubana llevaba todas las de ganas, con bongoes, maracas, guitarras y armonía de voces. En esos días también se realizó en el TEMPO la presentación del libro de Eduardo “Memorias de un titiritero latinoamericano”, con la presencia de un representante del Instituto Nacional del Teatro que editó el libro en Argentina.

En la Sala Javier Villafañe del TEMPO luego de una reunión de titiriterxs en el marco de la “Bienal Latinoamericana de Títeres” de 2011.
A bordo del auto de Maritza y Eduardo yendo a una función del Teatro TEMPO a una Escuela. El resto de los integrantes viajaba en la camioneta del TEMPO

En la primera estadía desfilábamos entre la Biblioteca y la Oficina de Eduardo. Veíamos con él videos de funciones de títeres, y hablábamos de ellas. Íbamos a nadar al Club, a seguir charlando con el agua al cuello para aplacar el intenso calor de Guanare. Acompañamos al elenco estable a realizar funciones en Comunidades tanto dentro como fuera de Guanare. Allí observábamos tranquilos con Eduardo cómo los integrantes del elenco, como Maritza, Carmen, Mary, Eva y Riger, armaban el teatrillo y se preparaban para actuar.

En todas las funciones Eduardo estaría en la primera fila, en una silla que Maritza colocaba especialmente para él. A cada uno de sus lados nos colocábamos también y gozábamos como pocas veces con sus gestos y sus comentarios tan expresivos sobre lo que pasaba en la previa y en la función, como el inolvidable: “Esto es un despelote!” en el medio del caos en el patio de una cancha de una Escuela, minutos antes de la función.   

Aquellos fueron días sagrados, de tiempo fuera del tiempo, de encontrarnos cara a cara con un Maestro y su sabiduría. En nuestros compartires cotidianos, nos contaba anécdotas de su andar titiritero, de colegas actuales y de otros tiempos, de sus giras, de cómo llevó a cabo sus proyectos, de sus éxitos y sus fracasos, sobre cómo gestionaba y realizaba giras continentales en un mundo sin celulares ni internet. Nos enseñó álbumes de fotografías del camión en el que se trasladaba la compañía, con los títeres, lxs intérpretes y el sonido a bordo y el auto en el que iba él, adelantándose a gestionar funciones para el camino y luego volviendo adonde se encontraba la compañía para actuar en las funciones que ya estaban organizadas.

Con Eduardo en la planta alta del TEMPO, en el pasillo que conduce a su Oficina y se encuentra frente a las habitaciones.
Eduardo sentado en su oficina mirando una función de títeres por video

Nunca terminaremos de agradecer el fundamental hecho, para el modo en que ejercemos la profesión y el lugar desde el que encaramos esta investigación, de haber conocido personalmente a Eduardo. Su característica práctica de investigador del oficio también ha sido un estímulo para el camino emprendido en esta indagación sobre la actividad titiritera, su preocupación por registrar y organizar datos, llevando una documentación de la cantidad y los lugares de las funciones, la cantidad, género y edad de espectadores. Todos esos datos sobre 50 años de actividad profesional, se habían vuelto carpetas en su oficina que podía consultar y enseñar a cualquiera en cualquier momento. Nos contó vívidamente sobre los pormenores de una gira por Latinoamérica en la que además de dar funciones con la compañía, iba visitando y tomando datos de compañías de títeres de las que tenía noticia. Una gesta semejante no puede menos que volverse un antecedente y un estímulo para la presente indagación

Estamos profundamente agradecidxs por haber podido compartir largas jornadas de intercambio y haber tenido la posibilidad de ver su proyecto en acción, comprendiendo de una forma humanística al arte como un servicio. Como reza un cartel que se encuentra en la puerta del TEMPO, sobre la esquina, “EL ARTE PARA EL ESTADO ES UNA OBLIGACIÓN, PARA EL ARTISTA UN SERVICIO Y PARA EL PUEBLO UN DERECHO”. En esos días nos mostró su espíritu indomable, crítico e irreverente. Cuando terminábamos muchas de nuestras conversaciones, Eduardo nos miraba fijo a los ojos y extendiendo su mano señalándonos con el dedo índice nos decía: “Nunca, nunca dejen de viajar”.

Nosotrxs, Laura y Enrique de “Arriba las Hu! Manos” frente al cartel que se encuentra en la puerta del TEMPO y expresa a la perfección la política de la cultura sostenida por Eduardo y el TEMPO

Ese fue el último deseo que Eduardo nos encomendó, y esperamos con nuestro ejercicio profesional titinerante y con la presente investigación, poder demostrarle, esté donde esté, que lo escuchamos, que le hicimos caso, y que solamente estamos esperando que vuelvan a abrirse las fronteras para poder seguir caminando. 

           

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