Encuentros y reencuentros por los caminos de los títeres

El sofocante calor de Cartagena de Indias, Colombia, se nos pegaba en la ropa que se nos pegaba al cuerpo. Después de una función al aire libre, bajo las sombra de un árbol de chapa, llegamos a transpirar cada centímetro cuadrado de tela que nos abrazaba la piel. Éramos una de las Compañías invitadas al XI Festival Internacional de Títeres de Cartagena. Cómo hacemos en todos los Festivales que participamos, asistimos a cada función que podemos de las Compañías con las que compartimos el evento. Una de aquellas noches nos tocó el turno de ir a ver a la compañía peruana “Concolorcorvo”. Ya habíamos escuchado de ellos en otros festivales de Colombia y habíamos recibido muy buenas referencias de sus espectáculos. La ciudad de Cartagena tiene un casco histórico que se encuentra rodeado por una altísima muralla, tan ancha que sobre ella podría andar un auto sin problemas. Dentro de la “ciudad amurallada” se encuentra una sede de la Universidad de Cartagena, lugar donde estaba programado el espectáculo “Ramón el dormilón”. Ya en la foto impresa en el programa habíamos notado una particularidad en el títere de guante de Concolorcorvo. En este espectáculo, las manos del títere eran los dedos desnudos del titiritero o titiritera. Ya con los títeres vivos frente a nuestros ojos en aquella antigua edificación colonial, fuimos testigos de las posibilidades expresivas que tenían esos dedos-manos, así como de sus posibilidades de acción como la forma tan natural que tenían esos títeres de agarrar las cosas con sus manos. Cómo el montaje no tiene palabras, tenían que hablar con los movimientos y las acciones. Entonces estos dedos-manos les posibilitaban una expresividad que Betssy Burgos y Daniel Huarocc supieron potenciar al máximo. Parecía que cada movimiento había sido ensayado en detalle, como una unidad en sí misma. Era como si hubieran desintegrado la obra en cada una de las secuencia de acciones que la componían, para luego juntarla en la gran unidad del espectáculo. Los títeres se movían en escena  como lo harían los bailarines, en una danza de precisión que corriendo el riesgo de perder la organicidad, nunca lo hizo. Después de la función nos acercamos a hablarles detrás del teatrino, y nos explicaban que tenían mucho cuidado en el detrás de escena, en la danza que realizaban sus propios cuerpos dentro del teatrino, para que arriba las manos y sus respectivos títeres pudieran realizar los movimientos sueltos y libres. Además de esta manera comentaron que cuidaban su principal herramienta de trabajo que eran sus cuerpos. 

Esta conversación nos develó una perspectiva muy interesante y constructiva para nuestro propio ejercicio de la profesión, ya que nuestra obra “Un botón en mi cabeza” con la que participamos en el Festival de Cartagena, también es una obra de títeres de guante. Corría el año 2011 y nuestra gira Latinoamericana de 2 años y medio estaba llegando a su fin. A nuestro regreso a finales de ese mismo año desde la ciudad de Caracas, Venezuela, decidimos celebrar y compartir  nuestro amor con nuestras familias y amigos y casarnos. El 7 de enero del año 2012 lo hicimos en Chile y a la ceremonia fue invitada Betssy con su esposo Alfonso, con quien se había venido a vivir a Chile hace pocos meses. Varios años más adelante la Compañía “Bet Burgos” fue parte del II Festival Internacional de Títeres de Vallenar y del III Festival Internacional de Títeres de Calama el año 2020 y 2021 respectivamente. En esos años no nos encontraríamos personalmente con Bettsy ya que tuvimos que organizar todo de manera virtual desde Argentina. En 2020 no pudimos viajar porque nuestro hijo Inti había nacido sólo 4 meses antes y fue complicado ir. En 2021 no pudimos viajar por la pandemia. 

Sería en una calurosa tarde de enero del año 2022 en el Parque Bustamante de la ciudad de Santiago, donde al fin nos encontramos personalmente. No nos veíamos desde nuestro casamiento 10 años antes. Bajo la sombra de aquellos árboles en un banco de la plaza nos fue contacto su historia. La misma sólo se vio interrumpida cuando luego de observar la entrevista en un silencio sepulcral, una señora aparentemente indigente, comenzó a opinar acerca de las decisiones que había tomado Betssy y señaló con pequeña indignación que la zapatilla de Laura estaba un poco rota. Por suerte siguió su camino balbuceando algo acerca de Evelyn Mattey. Betssy es la única titiritera que hace parte de la investigación que no siendo chilena, se encuentra radicada hace 10 años en Chile. Nos pareció sumamente interesante poder conocer su historia y saber qué le ha parecido el mundo titiriteril de Chile Aquí ofrecemos parte de lo que nos compartió aquella tarde.

Su despertar al mundo de los títeres.

Allá en la nublada ciudad de Lima, en el año 1998 la joven Betsy estudió la carrera de actuación en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático ubicada en la reconocida “Cabaña” del Gran Parque de Lima. En esa carrera conocería por vez primera a los títeres. Bettsy nos confiesa que hubiera preferido conocerlos de otra manera, pero no fue así. A veces las cosas que más nos gustan nos saben amargas al principio. Una de las materias dentro de la malla curricular de Actuación era el curso de Teatro de Títeres. Todo sonaba hermoso, salvo por el detalle de que la profesora era “mala”, según palabras textuales de nuestra interlocutora. “Increpaba constantemente a los alumnos y alumnas gritando fuertemente ¡Tienes dos manos izquierdas!” Vociferaba estas tremendas acusaciones cuando los trabajos no convencían su aparentemente exigente nivel estético. Gracias a ella, para Betssy los títeres no eran algo que le simpatizaba, de hecho casi sucedía todo lo contrario. Comenta que casi los odiaba por aquel entonces. En el año 2002, habiéndose titulado de actuación, fue convocada por un compañero para ser actriz en un proyecto que estaba montando. El titiritero Daniel Huarocc había sido convocado a ser parte del mismo proyecto. En aquellos ensayos, Betssy no sólo conocería a Dani, como le gusta nombrarlo, sino también a uno de sus títeres con el que solía trabajar en sus montajes. Aquel títere también había sido convocado a ser parte del elenco de este nuevo montaje. “Cuándo lo vi a Daniel Huarocc y vi como ese títere estaba vivo, yo caí rendida…” En esa obra ella hacía de la madre y el títere de Daniel de hijo. Ese mismo primer día de encuentro, una vez terminado el ensayo, le pidió a Daniel si por favor podía mostrarle ese muñeco que tanto le había maravillado. Para su sorpresa, la respuesta fue un rotundo -¡No! Y acto seguido guardó el títere en una maleta vieja, de color negro. “Dani era muy pesado, odioso. Me miraba y me odiaba y yo lo miraba y lo odiaba.” Así las cosas, no solamente las relaciones amorosas están llenas de histeriqueos. Al parecer las relaciones laborales de los y las artistas tienen casi siempre este tipo de encuentros y desencuentros. El montaje duró 2 meses. Pero Betssy quedó de prendada a los títeres en general y en particular a la forma de hacer títeres que tenía aquel misterioso personaje que tanto le intrigaba. Cuenta que en ese fanatismo ella se iba caminando después de los ensayos acompañando hasta su casa. Incluso le compraba hamburguesas Creía que de esta manera se iba a ir ganando de a poco al hosco titiritero que había conocido. Eran unas 15 cuadras las que separaban el teatro de la casa de Dani. 15 cuadras que la alejaban más de su casa, pero que la iban acercando a Daniel y a su mundo de concebir y de hacer  títeres. Así conversando y conversando Betsy logró por fin ganárselo. 

Una vez que se borró el odio y sólo quedó el amor, Daniel le preguntó una tarde si quería trabajar con él. Betsy respondió inmediatamente y con euforia que sí. Seguramente en ese grito Betssy comenzaba a comprender que lo que estaba buscando desde un principio persiguiendo a Daniel era también ser titiritera. A Daniel lo habían llamado poco antes para realizar un proyecto en la municipalidad de Miraflores. Tenía que presentar un espectáculo de títeres todos los fines de semana en el anfiteatro del parque Kennedy, uno de los más importantes de Miraflores. Con esta perspectiva en mente, Daniel le pregunta a Betsy si había trabajado alguna vez en la calle. Ella jamás en su vida había trabajado en el espacio público, pero como no quería perder esta oportunidad que tanto estuvo añorando en silencio, le respondió que sí, y no sólo eso sino que agregó: “tengo mucha experiencia”. Así comenzaron a ensayar y ensayar en la casa de Daniel. Llegó el día del estreno y cuando el público ya estaba llenando el anfiteatro, Daniel le dice a una Betssy nerviosa que no iban a hacer una de las partes de la obra que habían ensayado. “No va a funcionar” manifestó Daniel en ese entonces. Así que le dijo que lo iban a cambiar. Betssy se contuvo, respiró profundo y trató de no ponerse más nerviosa con este cambio. Nunca imaginó que unos minutos más tarde se le acercaría Daniel nuevamente a plantearle que debían hacer otro cambio. Y un poco más adelante que iban a tener que hacer un tercer cambio. Desbordada de nervios, la estructurada Betssy ve que se acerca la mamá de Dani y le pide que por favor le diga a su hijo que ella no está jugando, que está trabajando. A lo que ella le responde: “tú querías trabajar con él, atente. Él es así.”. Cuándo ya los habían presentado y Bettsy y Daniel estaban caminando, subiendo al escenario, Daniel la mira a los ojos y le dice: “Todo lo que ensayamos en estos 15 días no va. Yo voy a empezar y tú me sigues”. Seguramente Betssy trago todo el aire que le cabía en los pulmones y subió al escenario. Mientras actuaba iba comprendiendo que aquellos 15 días en los que habían estado supuestamente ensayando, Daniel la había estado preparando para la improvisación necesaria para el arte en la calle. Cuenta Betssy entre risas que tiempo después del estreno, Daniel le confesó que él sabía que ella nunca había trabajado en la calle, que era evidente que era una mentira. Se ve que Daniel vio algo en Betssy que ella aún no había podido ver. 

“¡La obra funcionó súper bien!” afirma Betssy. El entrenamiento había dado sus frutos y en escena ella se sintió cómoda, orgánica y lúdica. La interacción de los personajes de la obra, que eran Paquito, un niño representado por el títere de Dani y su madre, que era interpretado por el cuerpo de Betssy había funcionado a la perfección. Tenían que improvisar nuevas rutinas todos los fines de semana ya que muchas veces se repetía el público y había que renovar la obra a través de plantearse distintas temáticas con los mismos personajes. En ese momento Daniel ya era Concolorcorvo, Betssy se une en ese año 2002 a la Compañía. “Él trabajaba sólo y a veces lo asistía su mamá con algún personaje. Pero en realidad buscaba un compañero y yo estaba sola. Nos encontramos.” En retrospectiva, cuenta nuestra amiga que el entrenamiento que le regaló su compañero era de lento andar. Como el bunraku japonés. Durante dos años Betssy no agarró un títere, lo que buscaba Daniel era que ella antes que nada, pudiera sentir que aquel objeto que interactuaba con ella estaba vivo, verdaderamente vivo. Una vez que ella habitó esa sensación después de dos años de entrenamiento, comenzó ella también a animar los títeres. En esos dos años trabajaron la improvisación todo el tiempo entre actriz y títere. Tal fue su éxito que terminaron trabajando en todos los parques y plazas de Miraflores. El año 2004 crearon un espectáculo para adultos llamado “Cadena perpetua” con el que tuvieron mucho éxito tanto en Perú como en el extranjero. Con las 4 manos disponibles para animar los títeres, la Compañía Concolorcorvo siguió creando espectáculos y representando a Perú en decenas de Festivales Internacionales de Títeres del continente.

Por amor Betssy deja Perú el año 2010 y se va a vivir a Chile. Según nos comentó, no lo pensó mucho, no pensó en lo que iba a significar para ella dejar la compañía y dejar a su amigo y hermano Daniel. Cuenta que tampoco pensó en lo difícil que iba a hacer para Dani quedarse sin su compañera, amiga y hermana. Durante un poco más de dos años Betssy siguió en la compañía Concolorcorvo viviendo en Chile. Ensayaban a distancia y antes de llegar a los festivales ensayaban en la misma ciudad donde se realizaba el evento para luego actuar. Hasta el día hasta antes de la pandemia ha mantenido la posibilidad de si algún festival quiere algún espectáculo de la Compañía estaba siempre la opción de ensayar virtualmente y participar del encuentro. El año 2014, cuando nace la primera hija de Betssy, Daniel le propone que hagan un nuevo montaje, un unipersonal de ella. Una vez que acepta con firmeza, pero no sin un poco de ansiedad, Betssy viaja dos meses a Perú a ensayar con Daniel en un vertiginoso ritmo de seis horas diarias, todos los días. A veces dejaba a su hija con su madre, otras ensayaba con ella en su asiento.”Era muy pequeña” comenta suspirando. La esposa de Daniel también colaboró mucho en la propuesta, tanto en la realización de los títeres, como en el vestuario, y también realizó una especie de asistencia directa. Porque Dani también había encontrado no sólo el amor, sino también una compañera de oficio. La obra que crean se llamaba en ese momento ”Mírame un ratito” Hoy se llama “Mírame”. El montaje se ideó en Chile. Antes de esos frenéticos 2 meses de intensos ensayos en Perú, Daniel había ido de visita a Santiago, ciudad en la que habían comenzado a desarrollar la concepción del espectáculo, la dramaturgia, la estética y se termina de montar en Perú. Se estrenó ese año 2014 en la ciudad natal de nuestra interlocutora. Para Betssy la obra fue un nacimiento y un final. Sin quererlo, la obra significó un corte de cordón umbilical. Un saltar del nido para volar sola. Hasta ese entonces siempre había tenido la ayuda de Daniel o la de Miguel, su otro compañero de Concolorcorvo. “Miguelito súper apañador también. Concéntrate te dice y él empieza arreglar todo y queda todo impecable como tú necesitas, él te lo deja… Después del estreno y la segunda función, Daniel, que había estado presente en las dos, me dijo cuándo me estaba por ir a hacer la tercera función -Yo no voy contigo. -¿Entonces va Miguel? – No, Miguel tampoco va. -Pero Dani ¿Quién me va a hacer la técnica? -Es que tienes que empezar a andar sola. Fue para mí chocante, porque me acuerdo que me subí al taxi, subí las cosas, lo miré y se me caían las lágrimas. Y ese día yo cogí un técnico y dije: necesito esto aquí y esto allá y empecé sola” De ahí en más nos cuenta que el recorrido de la obra ha sido un aprendizaje constante. Sobre todo en cuanto a buscar la disciplina de ensayos y avances solos. Es una auto exigencia. Nadie que la presione a ensayar más que ella misma. “El trabajo me ha traído muchas gratificaciones, ha sido bien recibido. Me ha hecho madurar y si bien la obra es de Dani, tiene mucho de mí”. De ahí que Betssy y la Compañía Bet Burgos empezó a volar con sus propias alas.

Sin ahondar demasiado, diremos que Chile no ha sido la tierra más fértil donde ella ha sembrado su arte, y que si bien ha sido invitada a algunos Festivales y programaciones no se le ha ofrecido o no ha encontrado la manera de vivir del arte y hoy en día tiene otro trabajo. Un trabajo con horario fijo y alejado del arte, las tablas y los títeres. Esperamos de corazón que la vida le ofrezca a Betssy la o las maneras de poder vivir de su arte y por supuesto que ella pueda verlas, pues sin duda, más allá de lo talentosa que sea, se notó durante toda la conversación aquella tarde y lo vimos en Cartagena cuando estaba sobre el escenario, que ama lo que hace, que le ha dedicado amor, tiempo, estudio y esfuerzo al arte de los títeres, y eso debería ser suficiente para que pueda vivir de su profesión.

Que el hada y el duende de los títeres se hagan presentes y le concedan a Betssy el derecho de volver a dedicarse al milenario arte de animar lo inanimado. ¡Qué así sea!