Encuentros y reencuentros por los caminos de los títeres
La habilidad de los ríos de serpentear por los cerros hasta ubicar la mejor manera de llegar al mar, fue imitada por los creadores de Valparaíso para dibujar las calles que suben y bajan sus cerros. En el denominado “plan” de la ciudad Puerto, la parte plana de la misma, se encuentran uno al lado del otro los edificios de las cosas importantes. El Senado de Chile, los Bancos, Juzgados, Notarías, la Corte de Apelaciones, los Marinos, la Aduana, el puerto y ahora los malls. Allí la geografía permitió ir a contranatura y diseñar las calles rectas y las esquinas perpendiculares. No por nada la última calle recta es la Avenida Colón. Hasta ahí la conquista, hasta ahí la lógica occidental. De ahí para arriba será territorio ancestral y las calles y las esquinas responderán con la lógica de lo orgánico adaptándose al lugar donde son ubicadas, no adaptando el lugar para imponer una forma de ubicarlas. Allá arriba vive el pueblo. Allá vamos. Una de estas calles-serpiente, llamada Cumming (seguramente para dominar de cualquier manera este territorio insurgente) sube el cerro Cárcel. Nos adentramos en ella. Vamos remontando el río de cemento como los salmones. Al poco andar, a nuestra derecha aparecen unas paredes gigantes antiguas, oscuras: Es el Cementerio N° 1 de la ciudad. Seguimos con los gemelos que queman subiendo las incontables escaleras que nos obsequian a cada paso una postal más hermosa de la imponente Bahía de Valparaíso y sus cerros, y más allá Viña del Mar y Concón y hasta por allá a lo lejos se puede ver Quintero. Nuevamente a nuestra derecha la Ex cárcel, convertida ahora en Centro Cultural. Por este edificio el cerro tiene ese nombre. Seguimos esta vez y ahora sí, como debe ser, a mano izquierda aparece una edificación antigua, parece parroquia, pero en vez de cruz, un gran payaso te da la bienvenida. Era nuestra primera gira por Chile siendo una Compañía profesional de Títeres, el año 2012, habiendo vuelto de nuestro viaje de dos años y medio por Latinoamérica. Estábamos radicados en la ciudad de Buenos Aires. Cuando comenzamos a buscar espacios dónde presentar nuestro trabajo en Chile, el primer y prácticamente único espacio que encontramos fue el Teatromuseo del Títere y el payaso, que se dedica casi exclusivamente a nuestra profesión. Ellos nos respondieron y nos programaron. Aquella primera vez quedamos deslumbrados, primero que nada por el hermoso edificio en el cual estaba derramado el teatro. Una antigua iglesia se ofrecía para que lleváramos a cabo el rito teatral con una acústica exquisita y una vista del Puerto inolvidable. En segundo lugar por las condiciones técnicas de las instalaciones. En tercer lugar por la gran afluencia de público que llenó las butacas y alfombras aquel fin de semana. Pero lo más importante de todo fue encontrar una calidez humana sin igual. Porque el Teatromuseo es un hogar, donde trabaja una familia, pero no sólo la familia nuclear de Víctor, Paulina y sus hijas Paloma y Amanda, sino también la hermana de Víctor, Barbarita Quiroga, a quien es imposible no nombrar y mandarle un beso en este libro, quien nos recibió a nosotros y al público con una calidez única. El técnico era en ese momento Coque, sobrino de Víctor. Además de ellos trabajaban otros amigos y amigas que componen la gran familia de este espacio pionero del arte de los títeres en Chile. Desde nuestra primera actuación nos esperaban en el camarín unos tecitos y galletitas, para ponerle dulzura al rito que se estaba a punto de producir. Aquella primera vez no estaban Víctor ni Paulina ya que estaban de viaje por Latinoamérica. Como las puertas del Teatro siempre estuvieron abiertas para nosotros y nuestro arte, es que casi una vez por año actuamos en ese maravilloso lugar. En esas tantas veces que siguieron de aquella primera, pudimos compartir con Paulina algunas de las veces y las veces que Paulina no estaba nos atendía Víctor. Siempre muy cordiales, cálidos y amables. Luego de cada encuentro nos quedábamos con gusto a poco y con ganas de compartir más largo, ya que siempre estaban muy atareados resolviendo cosas.. Recordamos una vez que nos encontramos con Víctor por casualidad en la estación de metro Pajaritos en Santiago. Conversamos y nos reímos un rato. No sé quién llegaba y quien se iba de Chile, pero andábamos todos con maletas.
En febrero del año 2022, pudimos por fin conversar no sólo con ellos dos, sino también con sus hijas. Lo habíamos intentado en enero, pero casi toda la gran familia del Teatro había estado con COVID y de hecho Víctor le había agarrado muy fuerte. Cuando nos entrevistamos todavía estaba con mucho cansancio físico. y ya había pasado un mes largo desde que había contraído la enfermedad. Aquella tarde se sentaron los cuatro integrantes de “El Faro, teatro de muñecos y clown”. Víctor, Paulina, y sus hijas Paloma y Amanda en el Museo del Teatro, al reparo de decenas de títeres de varios lugares del mundo. En esa charla pudimos corroborar la claridad que tienen para poder llevar adelante esta gran nave nodriza que nos alimenta y nos ayuda a todos y todas las titiriteras, payasas y payasos, a perfeccionarnos a través del teatro escuela, o a programar nuestros espectáculos en el teatro o a presenciar espectáculos de colegas de Chile y el mundo en su programación general o en los festivales que organizan. Sin más que agradecimientos, aquí les compartimos algo de su historia.
Su despertar al mundo de los títeres.
Muchas veces en la vida tu destino es el que toca a tu puerta y muchas otras veces es uno el que abre la puerta para encontrar su destino. Siendo ya un payaso con experiencia, el no tan joven Víctor Quiroga reflexionaba acerca de la dicotomía que comenzaba a aparecer en el lenguaje artístico que había elegido de profesión, el cual comenzaba de a poco a salir de las carpas de circo y de las calles y comenzaba a ingresar a los teatros. 2 palabras de pronto comenzaron a dividir las aguas de un mismo mar: Payaso y Clown. Sin entrar en la dicotomía netamente lingüística, Víctor sí veía con interés e ilusión la posibilidad de poder salir de la calle y del circo y entrar en los teatros. Para ello, según su criterio, debía crear una obra que contara una historia. Quería de hecho hacer un espectáculo de payasos para adultos, con una dramaturgia. El problema que observaba era que el payaso expresivamente es demasiado caótico, ahí radica su esencia y su lenguaje, por lo que no podía contar una historia. “Para el payaso no es importante el qué, sino el cómo.” comenta. Seguramente Víctor pasó noches enteras mirando el ventilador y otras muchas mirando la chimenea para que frente a sus ojos apareciera la respuesta. ¡Los títeres! Los muñecos le iban a permitir avanzar en la historia, y el payaso se incorporaría a la misma desordenando todo. Un poco la idea era seguir de alguna manera el modo de llevar la historia a través del humor del gran maestro Charles Chaplin, a quien por supuesto Víctor admira mucho.
Entonces las cosas de la vida son así. El año 2001 a Víctor lo invita el Grupo “Contadores de Estorias” a ser parte de un espectáculo para la celebración de sus 30 años. La particularidad que tiene esta compañía es que trabaja mezclando los lenguajes del payaso y del títere. Con esta excusa y con todo esto en mente, se va toda la familia (en ese momento sólo estaba Paloma quien tenía 6 años, Amanda aún no nacía) a vivir 6 meses en Paratí, Brasil donde Víctor haría la asistencia de dirección del montaje y también actuaría con la compañía. Además aprovecharían de realizar una residencia artística estos maestros, para formarse en la técnica de animación del títere, así como en la propuesta propia de la compañía de mezclar el lenguaje del títere y del payaso, justo lo que él venía pensando. Sin duda la residencia fue un éxito, ya que estando en una playa cercana a Paratí, la familia completa decide dedicarse al arte dramático y formar una compañía de Títeres y Payasos. Le pusieron “El Faro” porque según nos comentaron a los tres les encanta el mar y les gusta la metáfora de llevar luz allá donde reina la oscuridad y alumbrar los caminos.
Paulina, quien hasta ese momento se había dedicado al diseño, pero que mostraba gran afición por las artes plásticas, decidió desde ese momento soltar toda clase de estabilidad y dedicarse junto a su familia de lleno al arte dramático. Pronto descubriría, reconstruyendo su propia historia, que su madre, quien fuera profesora normalista, había hecho su tesis acerca de la educación y los títeres. Comenta Paulina que era y es importante “Reconocer de dónde venía para saber a dónde iba”. A Paloma, con sus 6 añitos, no le quedó más opción que disfrutar la particular vida itinerante y poco rutinaria de los y las artistas populares. A su regreso a Chile se radican en la ciudad de El Tabo. Allí, en una casita en el bosque crean el espectáculo “El desaparecido”, en el cual logran mezclar el tan anhelado cruce entre el lenguaje de los títeres y el de los payasos. Además proyectan imágenes en vivo con un retroproyector. En este espectáculo actuaban los 3. Más tarde se incorporaría Amanda al elenco, la hija menor. En la pequeña localidad de El Tabo, una de las playas del litoral central de Chile, en verano no cabe una toalla más en la arena, pero el resto del año no hay prácticamente nadie. Dicha localidad queda en la V región de Valparaíso a unos 50 kilómetros al sur de la ciudad. Ya viviendo en Chile, intentando programar su espectáculo de títeres y payasos para adultos, comenzaron a darse cuenta de la triste realidad del país, que existen muy pocos espacios de representación para las artes escénicas y ninguna específicamente dedicada ni al Teatro de Títeres ni al de Payasos. En Valparaíso, la segunda ciudad más importante de Chile, había sólo dos teatros en esa época. Uno era el Teatro Municipal de la ciudad y otro teatro de menor envergadura llamado “Mauri”. Estos espacios se limitaban a programar teatro de actores, óperas y ballets. Para los programadores de ambos espacios “Los títeres y los payasos debíamos estar en la calle”, según nos contó Víctor. Así se acostumbraba en aquella época. Los escenarios de titiriteros/as y payasos/as eran las peatonales, las plazas, las esquinas. Los teatros eran exclusivamente para los actores y actrices.
En el año 2006 el gobierno regional de Valparaíso lanzó un concurso público para elegir al mejor espectáculo de la región. La cita era en el Teatro Mauri y el gran premio era realizar una gira de 16 funciones pagas por distintos municipios de la región. La Compañía “El Faro” se presentó a ese concurso y ganó. Los jurados y demás participantes nunca habían visto esos lenguajes llevados al escenario de un Teatro. Les gustó mucho lo que vieron. No obstante que ganaron ese premio, y del maravilloso tiempo de bonanza con esas 16 funciones, una vez terminada la gira, si bien la compañía se había hecho conocida por su trabajo y por haber ganado el premio, todavía no conseguía espacios dónde presentarse y poder vivir de su arte. Nos cuentan que convivían con esta carencia de espacios de representación, con la falta de espacios de aprendizaje, investigación y perfeccionamiento en estos lenguajes artísticos liminales. No tenían dónde estudiar, ni encontraban espacio dónde investigar con los y las colegas. Entonces las causalidades de la vida hicieron que en el año 2007 arrendaran la antigua iglesia San Judas Tadeo, con la intención de transformarla en un teatro y en un espacio de aprendizaje e investigación en las artes del títere y del payaso. San Judas Tadeo es el patrono de las causas imposibles. Todo parece indicar que en Valparaíso Víctor y Paulina no eran los únicos con causas imposibles. Esta iglesia tenía y tiene tantos fieles que le rezan a ese santo, que la iglesia pudo recolectar una importante suma de dinero de sus adeptos, para construir otra edificación de mayor envergadura, unas cuadras más allá. La antigua iglesia quedó en desuso, y su buena acústica y belleza arquitectónica, ya no tenían el objetivo de alabar a dios, sino de celebrar el rito del convivio teatral. Ese altar donde antiguamente oraba el sacerdote, hoy los oradores serían los títeres y los payasos, que en su mágico lenguaje nos acercarán en un breve instante a lo divino. En palabras de Paulina, “El teatromuseo va a contracorriente de los demás teatros. Cuando en Chile muchos teatros y cines se transformaron en iglesias evangélicas, el teatro museo transforma una iglesia en una sala de teatro. Y no en cualquier teatro, sino en el primer teatro de Chile dedicado exclusivamente al teatro de Títeres y al payaso.” Cuentan que cuando otros teatreros al ver el lindo Espacio que habían creado le preguntaban a Víctor si podían presentar allí sus espectáculos de actores, Víctor les decía que ahí sólo se programaban títeres y payasos, ya que estas expresiones artísticas no contaban con un espacio de representación que el teatro de actores sí tenía (aunque obviamente también era insuficiente). Entonces la familia se plantaba firme en esa postura hasta el día de hoy. Y no hay sábado ni domingo en que no haya un espectáculo de una de estas dos disciplinas que programar. Ese mismo año que nace el TeatroMuseo, la Compañía “El Faro” queda de alguna manera en pausa, ya que este magno proyecto comienza a ocupar el 100% de sus energías.
El Teatromuseo del Títere y el Payaso y el Teatro Escuela
En el espacio físico del Teatromuseo actualmente conviven varios espacios simultáneos. En primer lugar un teatro con aforo para 120 espectadores. Con un gran escenario y un cómodo camarín dónde nunca faltará una tacita de té y unas galletitas. Además existe otro espacio, una sala de ensayo, abierta a los y las colegas dónde pueden ir a investigar y/o ensayar montajes. También existe un taller con herramientas y mesas de trabajo bien grande y cómodo, que está igualmente abierto a la comunidad titiritera. Por último está el Museo, que tiene 70 piezas de 7 países de América, Europa y Asia, además de una galería de fotos e información de las diferentes técnicas de títeres y otra de la historia de los payasos. Víctor insistió en que “En el Teatromuseo la gente no encontrará pantalla con información.” Y no se trata de una decisión monetaria, sino una decisión de trabajar una estética o un planteo cercano a la esencia de estos lenguajes escénicos, que es lo artesanal. Completa Víctor “Artesanal que muchas veces los y las ignorantes quieren confundir con precariedad.”
Para cumplir la segunda necesidad que observó la Compañía “El Faro” en su radiografía del quehacer titiritero y payasístico en Chile, la necesidad de contar con posibilidades y espacios de formación, y no sólo en el ámbito artístico específico de las disciplinas del títere y el payaso, que era totalmente insuficiente, sino también en el ámbito de la profesionalización de los y las colegas, vale decir de cómo vivir dignamente de estas artes y no sobrevivir de ellas. Comenta Víctor que hace un par de décadas, el artista titiritero y payaso se presentaba sobre todo en la calle, en la plaza y a la gorra. Tenía conocimientos y estrategias para desenvolverse en ese contexto, pero carecía absolutamente de formación y conocimientos respecto al escenario de la sala de teatro. Querían tener la posibilidad de ofrecerle a la comunidad, de la cual Víctor y Paulina también eran parte, talleres de formación de distintos maestros en áreas como iluminación, dramaturgia, puesta en escena, musicalización, etc. Así, el año 2008 nace el Festival-Encuentro Anímate, el cual según las palabras de Paulina, nace como parte de un proyecto más grande y ambicioso llamado “Teatro Escuela”, que es el proyecto que intenta satisfacer la necesidad de espacios formativos. En esa primera edición del festival, se invitaron a titiriteros y titiriteras que no sólo ofrecerían sus espectáculos para el público, sino que también brindarían talleres de formación a la comunidad titiritera. Desde ese primer encuentro Anímate en el año 2008, los talleres de formación fueron una constante del Festival y han sido ofrecidos en cada edición por reconocidos/as maestras y maestros que son considerados grandes especialistas en las distintas técnicas del teatro de títeres. El festival se realiza de manera bienal, ya que se intercala cada año con el otro Festival que creó el Teatro Museo, denominado “¡Upa Chalupa!” Un festival dedicado exclusivamente al arte del payaso. El año 2022 el Festival Animáte celebró su octava edición trayendo títeres del mundo a la ciudad de Valparaíso. En este camino, hace unos años el Teatro Escuela pudo al fin desbordar el Festival Anímate y desplegó alas propias. Hoy en día está el Teatro Escuela Nacional, y el Teatro Escuela Internacional. En ambas versiones vienen destacados maestros y maestras que sobresalen en algún ámbito del teatro de títeres, o bien en una técnica específica de este arte, para que dicten talleres intensivos durante una semana. A lo largo de casi dos meses, se suceden semana tras semana grandes artistas titiriteros y titiriteras que vienen a compartir su forma particular de hacer títeres con la comunidad titiritera chilena. Pero como la realidad latinoamericana no es muy diferente a la chilena, y no existen muchos espacios de formación en estas artes, es que actualmente al Teatro Escuela están asistiendo alumnos y alumnas de varios países latinoamericanos.
Sin duda esta enorme nave que es el Teatromuseo del Títere y el Payaso, con todos sus proyectos, que nos dan cobijo a los y las amantes de los títeres y del arte del payaso, está pronta a tener el piloto automático que necesita la Compañía “El Faro” para volver plenamente a los escenarios. Sabemos que ese proceso ya comenzó este año 2023 y que la compañía ha vuelto a las tablas. Sin más que agradecimientos y buenos deseos les deseamos al Faro y al Teatromuseo que sigan siendo una luz para estos barcos cargados de sueños de cartapesta y papel maché.