Encuentros y reencuentros por los caminos de los títeres

Una vez fuera de la monótona autopista, escupidos por su insípido apuro, nos adentramos en las calmas aguas del camino de campo. La ventana abierta, la mano que danza con el viento, se abre paso por las calles de Isla de Maipo. El calor sofocante del verano le escapa a estas calles y sus alamedas abiertas. La imagen del otoño en esas avenidas con hermosos degradados del verde al marrón, me hacen querer volver a esos pagos para esas fechas. Es verano, enero de 2022. Con Claudio Cabezas y Leonor Guzmán no nos habíamos conocido nunca personalmente. Era la única entrevista de esta serie de 13 que realizamos presencialmente, con una compañía que no conocíamos personalmente. No obstante, las nuevas maneras de conocer gente nos permitieron compartir con ellos un año antes de manera virtual. Íbamos tranquilos, ya que habíamos hecho toda clase de llamadas, videollamadas, videocharlas, funciones virtuales, etc estableciendo una comunicación, pese a que fuera virtual, que se materializaba en acciones. Los conocíamos sin conocerlos. Incluso ya antes de conocerlos virtualmente, los conocíamos a través de nuestros colegas y amigos Miguel Oyarzún y Laura Ferro de la Compañía “El Chonchón” y “Chachakún”. Ellos nos hablaban mucho de “Los Kanelos”, como los habían bautizado y nos contaban que encontraban ciertas similitudes entre ellos y nosotros, ya que los 4 integrantes de las 2 parejas estudiaron carreras humanistas, ambas Compañías organizan Festivales, entre otras cosas que habían comentado. 

Con este conocimiento indirecto y confiando en el criterio de Laura y Miguel, en el año 2021 los invitamos a participar del III Festival Internacional de Títeres de Calama, que co-organizamos junto a la Corporación de Cultura y Turismo de la ciudad. Ese año la pandemia seguía haciendo de las suyas y a nosotros se nos complicó enormemente viajar, por lo que terminamos trabajando en el evento de manera virtual. Así como nosotros, tampoco pudieron viajar elencos internacionales, por lo que ese año el festival tuvo un carácter nacional. Entonces invitamos a 5 compañías en la que sus integrantes fueran colegas, amigas y amigos de confianza. Todas las compañías que participaron ese año del evento hacen parte de esta investigación. Al momento de invitarlos a participar del Festival, les comentamos la situación y les explicamos que el plan era que entre los y las colegas se ayudaran y apoyaran en lo que necesitasen. Por esto pensamos en invitar titiriteros/as gestores que de seguro sabían desenvolverse solos, y además sabrían apoyar a otros/as colegas. En un primer momento pudimos conseguir 4 de las 5 compañías, Moviendo Hilos, Avuelopajaro, Teatro Vagabundo y Chucho Teatro, todas con integrantes que ya conocíamos personalmente. Sin poder conseguir una quinta compañía que cumpliera las características antes mencionadas. Decidimos preguntarle a Laura y Miguel por los Kanelo Mágico y sin dudarlo nos los recomendaron. ¡No se equivocaron! Ese mismo día llamamos por teléfono a Claudio y Leonor para invitarlos al Festival. Aceptaron contentos y fueron parte del proyecto con gran éxito. Toda la preproducción concerniente a las compañías (pasajes aéreos, reserva de hoteles, alimentación) estaba a nuestro cargo. Con ese poder de decisión, les hicimos un regalo a las Compañías y las alojamos en un hotel rural en la pequeña localidad de Chiu Chiu, a unos 20 kms. de la ciudad. El hotel tiene un observatorio astronómico privado en sus terrenos. Cuentan que los dueños les regalaron una especie de tour por las estrellas. En Capilla del Monte, Argentina Enrique y Laura pudieron respirar el desierto y la oscuridad más pura de Atacama a través del goce de nuestros compañeros y compañeras que nos estaban representando no sólo ante el público, sino frente a la Corporación Cultural de Calama. 

Al poco tiempo, fuimos nosotros los que recibimos un llamado. Era Leonor que nos invitaba a participar de manera virtual del Festival Internacional “Kanelo Mágico” que ese año celebraba 15 años de vida. Nuevas instancias para compartir de manera virtual. Era la primera vez que participamos de un evento con estas características. Con todos estos recuerdos en la cabeza, la española del google maps nos informaba que estábamos llegando a destino. Cuando nos abrazamos esa mañana de enero, sentimos inmediatamente una confianza que creemos mutua. Como si ya nos conociéramos hace tiempo. Ese día llegamos a media mañana, comenzamos con un picoteo, almorzamos rico, tomamos unos vinos y hablamos hasta por los codos. Nos enteramos en su mesa de varias infidencias que prometimos no reproducir en estas líneas. Dejando de lado esos detalles, aquí les ofrecemos nuestro relato de su relato.

Su despertar al mundo de los títeres.  

Antes de empezar a acercarse al mundo de los títeres, los jóvenes Leonor y Claudio ya se habían graduado de carreras humanistas. Claudio estudió Psicología en la Universidad y Leonor Asistente Social en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Cuando se conocen en el año 1990 y comienza el amor a florecer, ambos tenían trabajo fijo. Claudio trabajaba en el Hogar de Cristo, una institución que pertenece a la iglesia católica y que hace asistencialismo social con comunidades vulnerables de Chile y Leonor que trabajaba en PRODEMU, una fundación que trabaja en pro de los derechos de las mujeres. Las causalidades de la vida hacen que Leonor sea trasladada a la sede de la fundación en la comuna de Lo Espejo. En esas circunstancias laborales, sería en aquella comuna donde conoció a Sudy Herrera, ahijada de Tito Guzmán y Luchita Flores, de la Compañía Candelillas, que residía en aquel entonces en aquella misma comuna. Hoy Sudy vive en Bollenar, Melipilla. Sudy conoció los títeres de pequeña gracias a su padrino, madrina y toda la familia Guzmán-Flores con quienes compartió incluso el escenario, ya que participó como titiritera en algunas de sus obras. Fue ella quien le presentó los títeres a Leonor. “¡Quedé maravillada!” exclamó con una hermosa sonrisa. En paralelo la historia familiar de Leonor y Claudio continúa y crece con el nacimiento de su hijo Darío. Cansados de la ciudad, deciden ir a vivir a Isla de Maipo, donde residen actualmente ya que según comentó Claudio “buscamos criar en un lugar que sea más tranquilo”. Isla de Maipo debe estar a unos 35 kilómetros de Santiago, en dirección suroccidental. Una vez instalados en esta comuna rural de la región metropolitana, siguen trabajando en Santiago, teniendo que recorrer extenuantes distancias para ir a trabajar.

 Cierta tarde en que seguramente el viento soplaba de manera particular, con un aire arremolinado como queriendo decir algo. Hablamos de ese viento que anuncia que algo importante está por suceder. Con o sin viento, la cosa es que Leonor y Claudio una tarde del año 2001 se miraron por encima de la mesa y comenzaron a soñar con una vida con más libertad, sin necesidad de ir todos los días a la gran ciudad. Para eso necesitaban un trabajo independiente. Comienzan una especie de lluvia de ideas, lanzando al aire distintos oficios y profesiones, distintos emprendimientos posibles que les permitiera vivir medianamente bien. Según nos contaron la panadería iba tomando la delantera, hasta que Claudio rompe el silencio como un relámpago y el comedor se ilumina cuando de su boca emana la palabra mágica: ¡Títeres! Silencio. Miradas. Más silencio. Salto precipitado de cada individuo de su silla para ir a saltar y abrazarse con el otro. ¡Eso era, iban a ser titiritero y titiritera! Se sentaron un rato después de festejar y reflexionaron acerca de la viabilidad de esta decisión que tanto les excitaba. Finalmente la parte emocional convenció a la parte racional, que aprobó la aparente locura de la irracional y llamaron a la única persona que conocían con experiencia en el tema. La querida Sudy. Seguramente Leonor con lentitud agarró el teléfono. Sabía lo importante de aquella llamada y marcó el número de Sudy. Leonor sin titubear la invitó a que trabajen juntos haciendo títeres. Nos comentaron que Sudy es educadora de párvulos, pero había indagado en la construcción de títeres y aprendido mucho de la profesión con la Compañía “Candelillas”. Seguramente Sudy también vio en este llamado una puerta para dedicarse por completo a un arte que amaba. Así que sin dudarlo aceptó y así crean en 2001 la Compañía “Kanelo Mágico”. 

Ese mismo año 2001, gracias a algunos contactos que ya tenía Sudy, viajan a Argentina a participar de uno de los festivales/encuentros más grandes y significativos de los títeres en Latinoamérica el “Festival de Titiriteros Juglares” que organiza en la Provincia de Córdoba el titiritero Quique Di Mauro. ”Ahí se despertó la magia” refiere Leonor cuando recuerda ese momento. Ese ya mítico Festival, invita como cualquier otro a ciertas compañías a ser parte de la programación oficial así como a ofrecer distintos talleres. La particularidad es que además invita a la comunidad titiritera en general a participar, a ver las obras programadas, a participar de las varietés, de los talleres, de las charlas, los asados, etc. ¡Algunas de sus ediciones han llegado a reunir más de 300 titiriteros y titiriteras! Cuando volvieron a Chile trajeron toda una experiencia de haber visto más de una decena de funciones de títeres, de haber tomado talleres, de haber hablado de títeres hasta por los codos. Llegaron con mucha energía a ponerse a trabajar. Además se hicieron amigos y amigas, colegas con los que empezaron a relacionarse. 

Muy pronto esos y esas colegas cada vez que cruzaban la cordillera, les escribían para pedirles que les ayudaran a conseguir funciones. Sin tener un teatro al cual acudir y siguiendo la máxima titiritera: cualquier lugar puede ser un teatro, desde el año 2001 comenzaron a programar a estos amigos en el patio de su casa. “Títeres al aire libre” se llamó esta programación que sería el precedente del Festival Internacional de Títeres “Kanelo Mágico”. 3 años más tarde, en el año 2004 nace este evento que ya cuenta con 16 ediciones. Con la intención de que los habitantes de la provincia de Talagante puedan ver teatro sin tener que viajar a la capital. “Queríamos un festival rural provincial. Llevar el arte al territorio que ha estado siempre marcado por la carencia. En esos territorios no hay teatros ni tampoco presupuesto para Cultura.” afirma Leonor. Ante esta necesidad los títeres  y sus titiriteros y titiriteras siempre plantearon una alternativa, montar un teatro en cualquier parte. Así lo hicieron los Kanelo Mágico, presentándose sobre todo en escuelas, las que en general carecen de un escenario idóneo para las representaciones dramáticas. Desarrollaron este trabajo con las instituciones educativas sobre todo en las comunas de la provincia de Talagante  como Isla de Maipo, El monte, Malloco, etc. Desde los comienzos su intención no fue sólo que los niños y niñas de la escuela pudieran disfrutar del teatro de títeres, sino que también la intención era aportar a los y las docentes la herramienta del teatro de títeres para la educación. De esta manera programan compañías que no sólo ofrecían sus espectáculos, sino también talleres de formación, sobre todo para los docentes de la provincia. Según cuentan El Festival tardó unos cuatro o cinco años para instalarse en la provincia. Otros cuatro o cinco para difundirlo y dos años más para la instalación total. En unos 10 o 12 años, de trabajo ininterrumpido, ya son los municipios y las instituciones las que están atentos de las fechas que será el festival, los que preguntan qué compañías traerán este año, de qué países,  etc.  

En paralelo a su trabajo como gestores culturales han creado diferentes proyectos en los cuales mezclan sus estudios en humanidades de psicología y asistencia social con los títeres, trabajando con diversas instituciones de la región metropolitana que asisten a distintos tipos de poblaciones a las cuales se intenta intervenir con la ayuda de los títeres. Desde el año 2018, Claudio decanta todo un trabajo de investigación en el lenguaje del teatro de sombras y crea la revista “Filamento”. Se trata de una revista especializada en teatro de sombras. “La única en Chile.” Nos cuenta Claudio orgulloso. Se realiza de manera totalmente autogestiva y alcanzaron a publicar hasta la fecha un total de 3 ediciones. Por supuesto que su trabajo como artistas titiriteros es lo que verdaderamente sostiene a esta compañía. Se presentan sobre todo en su provincia de Talagante, pero también viajan por el país y por el extranjero, participando de distintos Festivales en varios países de Latinoamérica. 

Cuando nos fuimos, ese día con la guatita llena y el corazón contento, nos abrazamos fuerte y nos despedimos ya como amigos y amigas, ahora de carne y hueso. Seguramente pronto el redondo planeta de los y las titiriteras nos vuelva a encontrar a la vuelta de la esquina.