Encuentros y reencuentros por los caminos de los títeres

Izmir es una ciudad en la parte asiática de Turquía, denominada Anatolia. Allí se organiza el Festival Internacional “Izmir Puppet Days”, uno de los festivales más grandes en los que hemos participado. En castellano la ciudad se llama Esmirna, por las dudas que no la encuentren en el mapa. Con el mar Egeo bañándole los pies, la ciudad contiene algunas islas y una gran bahía que se puede navegar en diversos Ferrys que funcionan como uno más de los medios de transporte de la ciudad. El año 2018 participamos en la XII edición del Festival. Un festival enorme, ¡Con casi 300 funciones! Una treintena de compañías de Títeres del mundo entero se tomaron los teatros, las calles, las escuelas y centros culturales de la ciudad y sus alrededores, donde abundan las ruinas griegas. Esmirna queda justo enfrente de Grecia. Dentro de esa vorágine de obras y actuaciones, quedaba poco espacio para ver colegas. Una de las compañías que sí tuvimos la suerte de ver fue la compañía “Zippit Company” de Catalunya, España. El espectáculo se llamaba “Jai, el marinero”. Un espectáculo de marionetas de hilo. La acción ocurría en un barco gigante que hacía de escenografía. Después de la función subimos al escenario a felicitar a los y las colegas que lo habían dado todo en la escena. Conversando, ¡Al fin en castellano! Nos enteramos que Paulette San Martín, una de los integrantes del grupo era chilena. Conversamos del arte, de Chile y por supuesto de los títeres. Ya teniendo cierta intimidad, comenzamos a compartir las cenas e incluso celebramos la noche del 12 de marzo, junto a otros y otras colegas participantes del Festival, el cumpleaños de Laura, con torta, vela y una que otra cerveza. Al día siguiente teníamos que actuar. 

Nuestro siguiente encuentro sería hace poco tiempo, en noviembre del 2022, con motivo de entrevistarla para esta investigación. Ella se conectó a su computadora desde su piso en Arenys de Mar, Catalunya, España y nosotros desde nuestra casa en Capilla del Monte, Argentina. Fue un lindo encuentro, de conversación fluida y varias risas. Coincidimos en su forma de mirar Chile. Hace pocos meses se había votado en el país el plebiscito de salida de la nueva constitución, y la opción ganadora “NO”, que en el 89 fue motivo de tanta alegría para el pueblo chileno, hoy era de angustia y pena, al menos para los inconformistas que se quedaron en Chile, o bien para los que se fueron. Esa tarde Paulette nos contó de su vida y de su forma de ejercer y vivir la profesión en Catalunya, España. Aquí compartimos parte de lo que nos dijo aquella tarde en la península ibérica y la mañana en Argentina.

Su despertar al mundo de los títeres.  

Los caminos del arte son intrincados. Muchas veces comenzamos expresándonos en un lenguaje artístico, en nuestra niñez o juventud, para terminar ejerciendo otro lenguaje artístico en nuestra adultez. Muchos titiriteros y titiriteras vienen de otras artes, y terminan practicando este singular lenguaje artístico que en sí mismo es ya “multi-artístico”. Este es el caso de Paulette, quien nació y se crió rodeada de telas, agujas, hilos, vestidos y chaquetas. Es hija de uno de los sastres más importantes y reconocidos de Santiago, Ivan San Martín, que aún hoy a sus 80 años, sigue cosiendo. Cada vez que Paulette indagaba en su árbol genealógico, reconocía sastres y costureras en ambas ramas familiares. Siendo el linaje paterno el más antiguo, ya que como ella misma nos comentó a través de la pantalla, ella es la octava generación de sastres. Si bien todo parecía indicar que sería vestuarista, la rebeldía propia de la adolescencia, la hizo prácticamente jurar que no sería vestuarista,  Por suerte no escupió al cielo porque le hubiera caído en la cara, pues unos años más tarde entraría a estudiar vestuario en el Instituto INACAP de la ciudad de Santiago de Chile. Una vez que terminó la universidad, y algo desencantada de su país natal, el año 2001 Paulette decide irse a España. Se va con la excusa de asistir a un congreso de últimas tendencias de vestuario. Decimos excusa, porque cuando compró el pasaje compró sólo la ida. Paulette se iba para no regresar. Dejaba atrás un país que nunca le había ofrecido la posibilidad de ver títeres, ni siquiera una sola vez en su vida. 

Decidida a quedarse en Barcelona, la joven Paulette pensó en estudiar algo complementario a su carrera. La escuela donde se realizó el Congreso no le había gustado para nada, por lo que buscó tranquilamente en otras instituciones. Seguramente experimentaba una apertura y libertad que no había sentido nunca en Chile. Finalmente se decidió por otra cosa ligada al vestuario, pero no vestuario propiamente tal: Litografía y técnicas de estampación. Una vez que termina litografía, comenzó a estudiar otro curso en sombrerería. En esas tardes, mañanas o noches de ocio, cuando el hambre o la sed invadían su cuerpo, Paulette iba a un bar que, si bien no lo mencionó en la entrevista, seguramente quedaba cerca de su casa. En España los bares son como el comedor de las casas. El español o la española son de elegir uno en particular y lo convierte en una extensión del hogar. Pide lo de siempre, en ciertos mismos horarios. Ahí se encuentra con amigos y amigas, vecinos y vecinas del barrio. Creo que esa fue la sensación que tuvo Paulette en ese lugar, una sensación de hogar que  añoraba y que el mismo lugar tuvo esa sensación de familiaridad con ella. Entonces sucedió de manera natural que la dueña o encargada del lugar le ofreció trabajar en la barra, aunque la joven chilena no tenía papeles para hacerlo. “-¡Vale, venga!” le respondió Paulette. Así fue que comenzó a trabajar en ese barcito de Barcelona. En paralelo, Paulette empezó de a poco a ejercer su profesión de vestuarista. Entre los trabajos que realizó en aquella época empezó a hacer vestuario para títeres y marionetas. Trabajó para un par de Compañías en esa época. Comenta que ya eso le dio un cierto conocimiento del mundo de la marioneta que le ayudó en el futuro a manipularlas ya que “Para vestirlas tienes que saber cómo se mueven”

Cierta ocasión, mientras trabajaba en la barra del bar, donde seguramente había conocido a toda clase de personas y personajes, conoció al técnico de la compañía de Jordi Bertrán, reconocido marionetista Catalán, y se hicieron amigos. Este encuentro fue una especie de preámbulo del encuentro que vendría. Otra tarde en aquella misma barra, cierta persona le pide un trago. Seguramente un “tercio”, una botella de 300 cc de cerveza, para calmar la sed. A medida que el lúpulo y la cebada comenzaban a destrabarle la lengua al comensal, comenzó a contarle a Paulette que estaba construyendo una marioneta Seguramente  le brillaban los ojos mientras le relataba las cosas fantásticas que estaba descubriendo en este objeto animado a través de hilos. En su efervescencia comenzó a insistirle a Paulette para que ella también construyera la suya propia. Paulette le dijo que ella hacía vestuario que nunca en su vida había hecho una marioneta. Seguramente esa conversación le dio vueltas en la cabeza varios días y noches. En realidad no tenía nada que perder. Entonces, de alguna manera que no nos relató, construye su primera marioneta con la reconocida marionetista Mariona Masgrau. Muy contenta con su Marioneta en las manos la puso en el piso colgada de los hilos. Hasta ahí todo bien, el problema apareció cuando hizo caminar su creación. Lamentablemente, pese a todo el esfuerzo y de intentar todas las posibilidades de tirar o aflojar ciertos hilos, su marioneta no caminaba. Algo estructural se lo impedía. Sin dejarse vencer por el pánico, cuando le comentó lo que le ocurría a su marioneta al técnico de Jordi, éste sin dudarlo exclamó – ¡Pues ve a verlo al Jordi. ¡Él encontrará el error y lo solucionará! A lo que Paulette respondió – Venga, vale. ¡Iré!

Así fue que el dedo de la mano derecha de Paulette estaba unos días más tarde presionando el timbre de la casa del reconocido marionetista catalán. Cuando éste abrió, la invitó a pasar. Tras algunos titubeos, Paulette desenvainó su marioneta. Seguramente exageró su expresión de tristeza cuando intentó hacerla caminar y ésta no lo hizo, para intentar conmover a Jordi y conseguir la ayuda del maestro. Teniendo o no esta expresión en cuenta, Jordi identificó rápidamente el problema y juntos lo solucionaron. Entre el pegamento, los nudos y maderas fue naciendo una amistad. “Hice un curso con  él, me formé con él, y fui la técnica de él. Ósea el técnico que me presentó a Jordi se fue y yo me quedé siendo la técnica de Jordi.” Fueron 14 años por los que viajó por el mundo con la Compañía, participando en los festivales más importantes del mundo. Según comenta, era muy difícil aprender con Jordi, que él te diera clases, ya que siempre estaba muy ocupado con los bolos (cómo le llaman en España a los trabajos artísticos. Una función de títeres sería un bolo) Entonces en paralelo fue tomando diferentes cursos con diferentes maestros y maestras. Entre ellos comenzó a frecuentar el mítico taller de marionetas de Pepe Otal, pero allí tampoco encontró lo que ella buscaba, que era una formación un poco más formal. 

Según nos contó, en el monte Tibidabo, un cerro de Barcelona, existe un teatro de marionetas muy especial llamado: “El teatro de Herta Frenkel”. Si bien la señora Herta ya había fallecido para el año 2008, año en que Paulette conoce el lugar, dejó un legado de alrededor de 300 Marionetas y títeres, construidos por los grandes maestros de la Construcción. En este lugar existía una especie de escuela práctica, en la cual se aprende siendo titiritera o titiritero del Elenco Estable del Teatro. Ese mismo año ella participó de la audición para integrar dicho elenco y fue aceptada. El trato era que ella aprendería a manipular y animar las marionetas, mientras era miembro del elenco del teatro y hacía funciones prácticamente todos los fines de semana. Era un intercambio. Ella aprendía y el teatro contaba con una nueva titiritera. Una vez que fue aceptada, en primer lugar debió realizar un curso práctico de manipulación e interpretación de marionetas de hilo, un curso corto que la preparó (o no) para subirse prontamente al escenario a animar las marionetas, comenzando el verdadero curso, la verdadera escuela de títeres que ella estaba buscando. En esos momentos el elenco estaba integrado por otras tres mujeres. Eran cuatro chicas en total. Paulette comenzó así a aprender y a sentirse cada vez más cómoda en el escenario y perfeccionando cada vez más los movimientos de las marionetas. Un par de años más adelante, dos de las cuatro titiriteras que integraban el elenco, entre ellas otra chilena, crearon su propia compañía de títeres independiente. Al poco tiempo Gloria, la tercera integrante del elenco le propone a Paulette crear su propia compañía. Paulette acepta y así crean la compañía “Zippit Company” en el año 2011. 

El primer espectáculo de la compañía fue iniciativa de Gloria y nace en el marco de una residencia artística que ellas mismas financian. Invitan a Catalunya a una compañía escocesa llamada “Puppet Lab”.  Querían una historia de monstruos. Entonces con esa propuesta en la cabeza le ofrecen crear la dramaturgia y la dirección de la obra a los y las colegas escoceses. Estuvieron encerrados con ellos en un proceso en el cual mientras ella y su compañera Dora construían las marionetas, los y las escoceses hacían la dramaturgia. Con los títeres ya construidos y comenzando el trabajo en la escena, Paulette y Dora comenzaron a animar los títeres y los escoceses a dirigir la propuesta con la dramaturgia que ya habían creado. Para la puesta de luces contrataron a Ivo G. Suñe, quien se convirtió también en el técnico de la compañía. Estrenaron ese espectáculo en el festival de títeres del Poble español de Barcelona. El siguiente espectáculo de la Compañía contratan para realizar la dramaturgia y la dirección a Dora Cantero. Paulette quería que fuese un espectáculo de marineros, con una estética old school de los tatuajes. Ambas querían que no tuviera palabras y que la técnica de animación fueran las marionetas de hilo. Ivo, que si bien era técnico, ya había incursionado en el mundo de los títeres, comenzó formalmente a ser parte de la compañía y a actuar en este espectáculo. Seguramente cuando veía a sus colegas actuar, le picaban las manos de las ganas de animar las marionetas. Entonces ya eran tres titiriteros y titiriteras. Pronto cada uno asumiría un rol definido dentro de la compañía. Paulette diseñaba los títeres que luego Dora realizaba. Ivo hacía la escenografía y el diseño de luces. Pero la dramaturgia y la dirección siempre fueron externas, según nos comentó. Después del Tercer espectáculo que crean con la compañía deciden tomarse un receso el año 2022 para cada uno comenzar a indagar individualmente en ciertos intereses que traían de antes.

El interés personal que tenía Paulette era su compañía solista: “Madame Paulette”, nacida el año 2020. Si bien la compañía es unipersonal, según nos contó, en su primer espectáculo trabajó mucha gente: dos escenógrafos, un director, un dramaturgo, una persona que grabó la voz en off, otro que editó el sonido y la misma Paulette que no sólo es la titiritera, sino además, por razones obvias, la vestuarista. En este espectáculo llamado “The sinner”, el o la pecadora en español, viene a satisfacer su deseo de trabajar para adultos. Es un espectáculo innovador. Se trata de un gran formato, del mini formato de las cajitas lambe lambe. La escenografía es un confesionario de tamaño real o incluso más grande. El confesionario funciona como un teatrillo circular. Sólo 3 espectadores pueden presenciar la obra a la vez que dura unos 5 minutos. Los 3 afortunados espectadores se ponen de rodillas en el oratorio para presenciar el espectáculo. Lamentablemente el espectáculo no ha tenido la salida que Paulette hubiera querido. Comenta que aún estando en Europa el teatro de Títeres para adultos es difícil de mover. Y que además le juega en contra el guiño que hace en su espectáculo para con la iglesia católica. Nos contó incluso que una programadora dudó de programarla porque había un cura en la escena. 

Cuando casi al finalizar la entrevista le preguntamos a Paulette ¿Por qué hace títeres? ella respondió franca:

-“Yo creo que esa pregunta no se puede ni contestar porque es el destino. Es que yo creo que yo no elegí hacer títeres. Creo que los títeres te eligen a ti”. Asintiendo con nuestras cabezas nos despedimos con esa hermosa frase que nos regaló, pensando en qué clase de magia tienen los títeres para elegir a sus titiriteros o titiriteras.